
En la historia de la relojería hay piezas que no solo miden el tiempo: lo detienen. El reloj de bolsillo Tiffany & Co. de 1912, adquirido en subasta por 1,97 millones de dólares durante 2024, es una de ellas. Este reloj tan especial no solo representa la cúspide del arte relojero estadounidense de principios del siglo XX, sino también un testimonio de humanidad y gratitud en uno de los capítulos más trágicos del siglo pasado.
El reloj del capitán que salvó vidas
La pieza fue un regalo de tres mujeres supervivientes del Titanic —Madeleine Astor, Marian Thayer y Eleanor Widener— al capitán Arthur H. Rostron, comandante del R.M.S. Carpathia, el barco que acudió al rescate de los náufragos del Titanic en la madrugada del 15 de abril de 1912.
Fabricado en oro de 18 quilates y grabado con la dedicatoria “Presented to Captain Rostron with the heartfelt gratitude and appreciation of three survivors of the Titanic”, el reloj fue entregado durante un almuerzo íntimo en Nueva York apenas semanas después del desastre. Aquella reunión, que fue incluso reseñada en la prensa de la época, simbolizó la unión entre la pérdida y la gratitud.


Un legado que regresa a casa
Más de un siglo después, Tiffany & Co. ha readquirido esta joya que originalmente salió de sus propios talleres. Como declaró Christopher Young, vicepresidente de la marca: “Dar las gracias a través de un objeto Tiffany es un gesto que nos recuerda nuestro papel en los momentos más humanos de la historia”.
La casa neoyorquina, que comenzó su aventura relojera en 1847 y fundó su manufactura en Ginebra en 1874, recupera así un pedazo de su propio linaje.

El reloj Tiffany que mantiene vivo el recuerdo del Titanic

La subasta, organizada por Henry Aldridge & Son, batió el récord mundial de valor para una reliquia del Titanic. Pero más allá del precio, lo que realmente conmueve es su significado. Este reloj es la encarnación del tiempo como testigo, del valor y la compasión grabados en metal y esmalte. Podría decirse incluso que el reloj de Rostron no solo es una pieza de colección: es una crónica de gratitud y un círculo que se cierra tras 112 años.
